Diálogo. La mejor opción
Siempre fui muy optimista, muy soñadora, creía en la magia, en la pareja perfecta, en un mundo mejor, sin guerras, sin hambre, justo, generoso, que todos nos quisiéramos de forma incondicional.
Qué bonito era todo cuando creía en todo eso, creía pero hacia muy poco para que este mundo tan anhelado se convirtiera en realidad. Pero eso sí yo era la más optimista y la más positiva de todos, hasta que un día me di cuenta que me pasaba la vida frustrada y decepcionada con todo y con todo el mundo. Sí sí, entendí que a veces este optimismo exagerado por mi parte no era más que unas expectativas muy altas sobre lo que yo quería para mí de los demás.
Cuando las expectativas de entrada, por ejemplo en una nueva relación, en un nuevo trabajo, en un cambio de casa, con un coche nuevo, lo que sea, cuando son muy altas mayor será la decepción. Nos decepcionamos la mayoría de las veces porque esperamos demasiado o pedimos mucho en poco tiempo, sea lo que sea, lo queremos ya y lo que sea necesita un tiempo para crecer y madurar. Hay que hacer un proceso.
Las expectativas moderadas son un buen motor para lograr algún objetivo. Te ayuda a poner el foco pero hay que ir poco a poco y dar el espacio para que se vaya procesando, construyendo y madurando hasta quedar solido lo suficiente para disfrutar desde la tranquilidad y madurez que requiera el tema.
¿Qué pasa con las parejas cuando se conocen y se enamoran? Están literalmente embriagadas por el coctel químico que produce el cerebro al elegir esta persona. No ven nada más que las asociaciones que hace el cerebro. Por ejemplo: descubro que esta persona que acabo de conocer tiene las misma ideología liberalista. ¡¡¡Chas!!! El cerebro hace conexiones en sus redes neuronales asociando esta nueva información con tu idea, basada en ti, de cómo será esta persona. Claro si tú eres liberalista y te consideras buena persona, respetuosa, ecologista, animalista, etc… creerás que esta persona también comparte las mismas afinidades y entonces te enamoras perdidamente.
Esto sería como proyectar una película sobre la persona con un guión que está elaborado por tus experiencias y por tus necesidades. Estarás viendo esta peli que te has inventado, y creerás que esta persona es la ideal para cubrir todas tus necesidades y por lo tanto hacerte feliz. Pero no te preocupes porque nos pasa a todos o por lo menos a mucha gente.
Cuando el enamoramiento termina, se acaba la película quedando la luz blanca del proyector sobre esta persona. Entonces es cuando nos preguntamos ¿Quién es esta persona que lleva no sé cuánto tiempo en mi vida? No te conozco decimos o ya no eres la misma persona. Claro que con el tiempo nos relajamos porque damos todo por sentado y creemos que no hace falta hacer nada porque el amor lo hace todo.
El amor no hace nada solo. El amor se construye día a día. Todos tenemos necesidades y nos gusta que nos la cubran pero todo tiene que ser un camino de ida y vuelta. Y este camino hay que transitarlo con mucha honestidad y empatía. Si no eres capaz de ponerte en el lugar de la otra persona no podrás pedir que te entienda.
No es una quimera el que si tú quieres que tu pareja haga algo, antes habrá que hacer tu primero. Pero hay que hacerlo primero contigo misma. De esta manera lo harás de forma autentica, de verdad. Te doy un ejemplo. Tú quieres que te escuchen. Pero antes de pedir que te escuchen pregúntate si te escuchas. A lo mejor la otra persona no te escucha porque el mensaje no es claro, es confuso o contradictorio. Es muy importante escucharte primero antes de exigir nada a la pareja. A lo mejor le reprochas que no te ayuda, que no baja la basura, que no ayuda con los niños, que se tira al sofá y no hace nada, etc… Muchas veces, detrás de los reproches y discusiones, lo que estas pidiendo es atención, cariño, reconocimiento, un mimito, un mírame, me siento sola ¿no lo ves?
Sabemos reprochar y quejarnos pero no sabemos pedir. Aunque lleves mucho tiempo con tu pareja, te aseguro que no puedes, ni ella, adivinar los pensamientos y las reales necesidades a no ser que se las explique o demande lo que en verdad quieres.
Como dije anteriormente la base de una buena comunicación es por supuesto la empatía y la honestidad pero ¿para qué ser honestos y empáticos? Para poder dialogar, decir lo que piensas desde el amor y el respeto para llegar a acuerdos o pactos.
El día a día se construye a base de acuerdos. Todos vemos la misma situación desde distintas perspectivas y todo es una cuestión de interpretación. Para saber que ve mi pareja tendré que ponerme en su lugar. Y ¿cómo se hace? Preguntándole para poder entenderle. O simplemente escuchándole sus demandas sin juzgar con la única intención de entender, si es que esta persona aún merece la pena para ti. Te voy a dar un ejemplo de una buena comunicación con una pareja que se queja.
EL: Mírate. Te has vuelto tan egoísta desde que empezaste en este nuevo trabajo. No se te ve el pelo. Solo piensas en ti.
ELLA: Comprendo porque me llamas egoísta. No estoy tan disponible como antes. Este cambio es difícil para mí también pero tengo que hacerlo para sentirme mejor. Si no lo hago sentiría resentimiento contra mí misma y contra ti. Me gustaría contar con tu apoyo. Sé que ahora te sientes abandonado pero es natural pero quiero que sepas que te quiero mucho. ¿Qué podíamos hacer para mejorar la situación para ambos?
Este ejemplo ilustra perfectamente la empatía, el respeto y la intención de negociar. Cuando una persona al oír un reproche le dice que le entiende y que quiere buscar una solución para ambos, no hay lugar a la discusión.
Tú podrás decir que ya te pones en su lugar, que ya le escuchas pero que tu pareja no se molesta en escucharte ni mucho menos empatizar contigo. Entonces te diría que recordaras la fórmula: escuchar, empatizar, respetar, dialogar, reflexionar y buscar una tercera visión del problema para llegar a algún puerto. Si falta alguno de los elementos de la formula, no vais a llegar a ninguna conclusión ideal para fortalecer y ayudar a la pareja crecer.
Lo más probable es que las dos personas quieran imponer su criterio y visión creyendo que es la única correcta sin tener en cuenta la visón de la otra parte. A veces hay que ceder pero nunca desde la sumisión y de la abnegación. Siempre desde el entendimiento entre dos adultos respetuosos.
Obviamente hay que tener criterio y ser conocedora de las propias limitaciones y también de tus habilidades y fortalezas.
Si no hay respeto, ni dialogo, ni acuerdos no hay posibilidad de crecimiento entre estas personas. Todo lo contrario, habrá sufrimiento. Entonces hablamos de una relación de dependencia emocional, de una relación toxica.
Los pilares que sostienen a una buena relación son la amistad, el cuidado, y el erotismo. Si no hay cuidado en una pareja son solo amigos con derecho a roce. Si no hay amistad ni sexo son el cuidador y el cuidado. Y por último si no hay amistad ni cuidado no son pareja son únicamente amantes.
Ampliaré este tema poco a poco, en sucesivos textos.